Emocionario: CELOS Y ENVIDIA
7 de septiembre de 2015
Hoy, en el Proyecto Emocionario, vamos a abordar una emoción que muchos estabais esperando. ¡Hasta mis alumnos la estaban esperando! Se trata de los celos, que inevitablemente la relacionaremos con la envidia, ya que en muchos casos suele confundirse.
Aquí tenéis la ilustración de la emoción.
Después de observar la ilustración, la cosa parecía clara. El perro de la izquierda lucía orgulloso un globo enorme. El de la derecha, con su globo pequeñito, miraba de reojo al poseedor del globo grande... ¿Qué debía sentir? Pablo S. dijo que rabia. Bueno, quizás alguien sienta rabia en un momento así, pero nosotros ya hemos trabajado esa emoción y, en cualquier caso, esa rabia sería consecuencia de la emoción que buscamos. ¿Cuál puede ser? Lola dijo la envidia. Bueno, según el emocionario buscábamos los celos, ya que es el título de la emoción. Sin embargo, la ilustración representa la envidia. ¡Muy bien, Lola! En las fichas de actividades del emocionario, parece que lo han corregido y pone "envidia". Desconozco si en posteriores ediciones del emocionario, también pone "envidia" el libro en lugar de "celos".
Algunos dicen que los celos y la envidia son lo mismo, pero no es así, aunque es cierto que ambas emociones van de la mano. Son parásitos que devoran tu alegría. No les interesa que a ti te vaya mejor, sino que al otro le vaya peor. Sin embargo, entre los celos y la envidia hay claras diferencias.
Los celos te dificultan compartir aquello que consideras tuyo, como el amor de un ser querido. Son una respuesta emocional que surge cuando una persona percibe una amenaza hacia algo que considera como propio. Los celos, por lo general, involucran a tres personas y están conectados con el tener. La persona afectada por los celos está respondiendo a lo que percibe como una amenaza que un tercero representa para una relación que ella considera valiosa (pareja, padres, hermanos, amigos...). Entre las principales características de los celos destacan una serie de pensamientos negativos y sentimientos que la persona va acumulando dentro de sí misma, como la inseguridad, el miedo, la impotencia, la ansiedad, la ira o el resentimiento. Todo esto acompañado de la creencia de que está perdiendo a su objeto apreciado.
La envidia, en cambio, no nace de lo que tú tienes, sino de lo que el otro tiene: es un sentimiento en el cual existe tristeza y dolor, que surgen cuando alguien posee aquello que tú deseas. La RAE la ha definido como tristeza o pesar del bien ajeno, o como deseo de algo que no se posee. La envidia involucra a dos personas y está conectada con el no tener. La persona envidiosa quiere algo que le pertenece a la otra persona, y no quiere que esa otra persona lo tenga. El objeto de la envidia puede ser el compañero de la otra persona, una buena relación, un rasgo deseable como la belleza o la inteligencia, una posesión, el éxito o la popularidad.
Si los celos y la envidia se confunden tanto, es porque la envidia tiene una connotación más negativa. Es un sentimiento de hostilidad hacia otro, que se percibe como superior, y se acompaña de un deseo de poseer esa ventaja y destruir la superioridad. En cambio, los celos, parecen mitigados por el sentimiento de amor que hay en una relación que se considera valiosa. Por tanto, muchas veces se emplea erróneamente "celos" en lugar de "envidia", pero pocas veces ocurre al revés. Es habitual oír que alguien tiene celos de otra persona porque, por ejemplo, le ha tocado la lotería, cuando en realidad lo que siente es envidia. Pero no se suele decir que sientes envidia cuando ves a tu pareja con su ex.
En algunas sesiones del Proyecto Emocionario os he dado algunas pautas sobre cómo tratar algunas emociones con los niños, cuando considero que es importante, pero en este caso hay tanto material que prefiero enlazaros a algunos artículos que he encontrado interesantes:
Celos
* Aunque yo no voy a utilizar las fichas de actividades porque mis alumnos son muy pequeños, aquellos que trabajéis el emocionario con niños de más edad, disponéis de unas fichas de trabajo preparadas para realizar después de cada emoción. Aquí podéis descargar la ficha de la envidia y los celos.
Aquí si quieres adquirir el libro Emocionario.
Algunos dicen que los celos y la envidia son lo mismo, pero no es así, aunque es cierto que ambas emociones van de la mano. Son parásitos que devoran tu alegría. No les interesa que a ti te vaya mejor, sino que al otro le vaya peor. Sin embargo, entre los celos y la envidia hay claras diferencias.
Los celos te dificultan compartir aquello que consideras tuyo, como el amor de un ser querido. Son una respuesta emocional que surge cuando una persona percibe una amenaza hacia algo que considera como propio. Los celos, por lo general, involucran a tres personas y están conectados con el tener. La persona afectada por los celos está respondiendo a lo que percibe como una amenaza que un tercero representa para una relación que ella considera valiosa (pareja, padres, hermanos, amigos...). Entre las principales características de los celos destacan una serie de pensamientos negativos y sentimientos que la persona va acumulando dentro de sí misma, como la inseguridad, el miedo, la impotencia, la ansiedad, la ira o el resentimiento. Todo esto acompañado de la creencia de que está perdiendo a su objeto apreciado.
La envidia, en cambio, no nace de lo que tú tienes, sino de lo que el otro tiene: es un sentimiento en el cual existe tristeza y dolor, que surgen cuando alguien posee aquello que tú deseas. La RAE la ha definido como tristeza o pesar del bien ajeno, o como deseo de algo que no se posee. La envidia involucra a dos personas y está conectada con el no tener. La persona envidiosa quiere algo que le pertenece a la otra persona, y no quiere que esa otra persona lo tenga. El objeto de la envidia puede ser el compañero de la otra persona, una buena relación, un rasgo deseable como la belleza o la inteligencia, una posesión, el éxito o la popularidad.
Si los celos y la envidia se confunden tanto, es porque la envidia tiene una connotación más negativa. Es un sentimiento de hostilidad hacia otro, que se percibe como superior, y se acompaña de un deseo de poseer esa ventaja y destruir la superioridad. En cambio, los celos, parecen mitigados por el sentimiento de amor que hay en una relación que se considera valiosa. Por tanto, muchas veces se emplea erróneamente "celos" en lugar de "envidia", pero pocas veces ocurre al revés. Es habitual oír que alguien tiene celos de otra persona porque, por ejemplo, le ha tocado la lotería, cuando en realidad lo que siente es envidia. Pero no se suele decir que sientes envidia cuando ves a tu pareja con su ex.
En algunas sesiones del Proyecto Emocionario os he dado algunas pautas sobre cómo tratar algunas emociones con los niños, cuando considero que es importante, pero en este caso hay tanto material que prefiero enlazaros a algunos artículos que he encontrado interesantes:
Celos
- Los celos infantiles. Artículo en el que encontraréis una explicación de los celos en los niños, sus posibles causas, los síntomas y manifestaciones en los niños, y estrategias de intervención y orientaciones generales.
- Los celos de los niños. Otro artículo en el que también se explica el por qué de los celos infantiles y se dan algunas pautas para reducirlos.
Envidia
- La envidia en los niños ¿Cómo tratarla? Como su título indica, encontraréis una explicación sobre la envidia y algunas pautas de actuación ante un niño envidioso.
- Escuela de padres. Actuando ante la envidia. Más información sobre este sentimiento y algunas recomendaciones para trabajarla.
Ante estos dos sentimientos, reconozco que soy poco "tolerante" con la envidia. Los celos normales (no vamos a entrar en los patológicos, muy destructivos, que sufren personas con desequilibrio emocional) me parecen una respuesta emocional lógica en ciertas situaciones. Los sientes por la preocupación o el miedo de perder a un ser querido, y generalmente esta clase de celos están fundamentados en hechos concretos, pero se resuelven con facilidad mediante el diálogo o ciertas pautas sencillas. Sin embargo, la envidia, aunque vemos que surge en los primeros años de vida y es universal, creo que hay que saber tratarla para poder gestionarla adecuadamente (¡ojo! ¡los celos también hay que saber gestionarlos adecuadamente!). A veces, utilizamos la expresión de forma mecánica y creo que tendríamos que intentar desterrarla de nuestro vocabulario. Cuando a alguien le pasa algo estupendo (se va de vacaciones, le toca la lotería o cualquier otra cosa) solemos oír: "¡qué envidia!". Yo hace años que me fijo mucho en eso y lo cambié por: "¡qué bien! ¡me alegro por ti!" o cualquier otra cosa por el estilo. Porque vamos a ver, luego la gente le pone la coletilla: "pero envidia de la sana, ¿eh?", pero es que yo nunca he acabado de entender eso de la envidia sana. En fin, que no me cuadra con la esencia de la envidia, porque la envidia implica que yo me sienta mal por lo que el otro tiene y a mí, sinceramente, eso no me pasa, y entiendo que a muchos que lo dicen, tampoco (a lo mejor es que soy muy puntillosa, jeje). Así que desde aquí os animo a ir eliminando esta inercia de nombrar esta envidia "sana" ante las bondades del prójimo ;-)
Sobra decir, por supuesto, que los niños son esponjas y absorben todo lo que ven. Por tanto, no pretendamos que nuestros pequeños manejen bien la envidia si ven en nosotros actitudes envidiosas. Y lo mismo pasa con los celos. Los niños aprenden de nuestras reacciones ante las situaciones, de ahí que las respuestas emocionales de los hijos sean, la mayoría de las veces, similares a las de los padres. Podemos decir "A", y repetir "A" hasta la saciedad, pero si hacemos "B", los niños aprenderán "B". No falla.
¿Y qué experiencias me contaron mis niños con estos sentimientos? Pues aquí las tenéis:
- Claudia: "Tengo celos por mi primo porque se fue primero de viaje a Barcelona y otro día, después, se fue a Madrid". Un claro ejemplo de confusión de celos con envidia.
- Marc: "Cuando un día me fui a la feria y me monté en la atracción del súper ratón, me dieron un globo de Star Wars de color rosa y a mi hermano uno de color rojo. Me enfadé y en mi cabeza oía: ¡yo quiero ese globo!. Le pedí a mi padre que le dijese a mi hermano que me lo cambiase y me dijo que no". Cuando le pregunté a Marc qué es lo que sintió, me dijo que celos. Yo digo que envidia ;-)
- Teo: "Un día me fui a la playa con un amigo mío y yo no me pude bañar y él sí, y sentí envidia".
- Pablo S: "Un día, cuando estaba en la piscina, le dije a mi amigo Albert que si podía ir a su casa, y tenía muchos gormitis". "¿Y qué sentiste?", le pregunté. "Celos", me contestó. Vaya, pues yo creo que de nuevo es envidia...
- Ares: "Un día, cuando mi madre trajo a mi perro a casa y ya no me prestaba tanta atención, sentí celos". ¡Sí, en esta ocasión sí son celos!
- Carlos S: "Un día, cuando yo tenía una metralleta de juguete, mi hermano vino y me dijo que era suya y me la quitó. Y sentí celos de su fuerza". Una vez más, se trata de envidia.
- Lola: "Siento celos de mi hermano porque nunca se enfadan con él y conmigo sí". Mmmmm, pues yo creo que ahí también hay envidia. En este caso, desde tu punto de vista, tu hermano tiene algo que tú no tienes: el poder de que nunca se enfaden con él. Y a ti te gustaría tener también ese poder. Sin embargo, si además de esa envidia, sientes amenazada la relación con tus padres porque crees que él puede tener un lugar privilegiado que tú no ocupas, podrían aparecer los celos.
- Giulia: "Un día sentí envidia porque mi tío y mi prima se fueron de viaje a ver a Santa Claus".
- Keyla: "Un día mi prima se fue de viaje a Madrid a ver a los Reyes Magos. Y yo dije a mi madre: Mamá, ¿puedo ir con mi prima?. Y me dijo que no. Y sentí envidia".
- Biel: "Un día, cuando en Nochevieja vino mucha gente a casa, llegó una señora con un bebé y todos fueron a hacerle caso y yo me quedé solo. Y sentí celos del bebé". ¡Ay, los bebés! ¡Cuántos celos despiertan! Pero hay que entender que los bebés necesitan una atención especial. No más ni mejor, pero sí diferente a la de un niño mayor.
- Óscar: "Siento envidia por mis padres porque ellos son mayores y yo no". "¿Y por qué te gustaría ser mayor?", le pregunté. "Porque no puedo hacer cosas de mayores", me respondió. "¿Y te has parado a pensar que, a veces, los mayores, tampoco pueden hacer cosas de niños?", le dije yo. Cada cosa a su debido tiempo. ¡Y disfruta al máximo de ser niño porque luego ya no vuelve!
- Luis, Toni, Eric y David dijeron no haber sentido nunca ni celos ni envidia. Vaya, eso sí que es raro, raro, raro...
- Marco: "Lo mismo que Lola". Bueno, aunque en este caso se refiere a su hermana pequeña.
- Bruno: "Cuando estaba con mi primo viendo una película de Indiana Jones, sentía envidia porque él las tenía en CD y yo no. Y si me las quiero descargar son 33 Gb".
- Nico: "Siento envidia por mi hermano porque él no comparte nada y yo comparto todos mis juguetes". Entonces le pregunté: "¿Pero a ti te gustaría ser como él y no compartir?". Y me respondió: "No". Entonces no sientes envidia (ni celos). Lo encuentras injusto, puedes sentir rabia, enfado...
¿Qué os parece? ¿A que es un poco lioso esto de los celos y la envidia? Y fijaos que se ha cumplido lo que comentaba antes: muchos niños han nombrado los celos cuando se trataba de envidia, pero no ha ocurrido a la inversa.
En breve, ¡una nueva emoción!
Aquí si quieres adquirir el libro Emocionario.
El enlace que debería llevar a la ficha de los celos nos muestra la ficha de la envidia.
ResponderEliminarHola. Es que no hay dos fichas diferentes. Se trabajan los celos y la envidia en el mismo apartado. Sin embargo, ya lo comento en el propio post. Desde mi punto de vista el libro confunde los términos, y pone el título "celos" cuando en realidad la ilustración corresponde a la "envidia". En cambio, en la ficha, está modificado, poniendo la "envidia" como título.
EliminarEn cualquier caso, me reitero en que se trabajan conjuntamente.
Un saludo.
Que bien me ha hecho leer este post, no porque trabaje con niños ni porque quiera enseñarle a mi hija (esa será una labor posterior) sino porque me ha ayudado a mi. En mi propio crecimiento personal y en mi sanacion después que me sentí desarmada al transitar el proceso de separación. Pude darme cuenta que la emoción que no había visto y que me acompañaba todo este tiempo es LA ENVIDIA. Agradezco enormemente que compartas estos ejercicios de inteligencia emocional, hoy me siento más educada (jajajaja) me refiero a que puedo encarnar la envidia porque la reconozco, la nombro, la acepto y ocupa un lugar en mi vida. Así de fácil, siento que puedo permitir que se vaya. Gracias de Corazón ❤️
ResponderEliminarHola Claudia. No sabes la ilusión que me ha hecho leer tu comentario. Que mi blog ayude a otras personas es mucho más de lo que me hubiera imaginado cuando empecé, cuando mi única "aspiración" era compartir con las familias de mis alumnos nuestras experiencias en el aula.
EliminarEs un verdadero honor que te ayude en tu crecimiento personal.
Sin duda, el primer paso es el que tú has comentado: reconocer la emoción (identificarla, aceptarla, nombrarla) y aceptarla.
¡Enhorabuena!