Unos regalos muy especiales para el aula

Hoy quiero mostraros unos regalos muy especiales para el aula. Y digo especiales por muchos motivos.

Para empezar, nos los ha regalado una alumna, Suyay. Y digo "nos" porque son unos regalos para el aula, para el lugar donde pasamos tantas horas juntos al día, para poder disfrutarlos todos. Y por otro lado, me encanta que esos detalles que yo intento cuidar tanto no pasen desapercibidos ni para mis niños ni para mis familias. Creo que cuando tratas algo con mimo, lo transmites y lo contagias. Sé que soy un poco pesada con el tema, ¡pero me gusta tanto ver el aula bonita y ordenada! ¡Me da tanta alegría y serenidad! Y creo que a mis alumnos también les gusta mucho, porque el otro día, corrigiendo un ejercicio, me lo dejaron más que claro. El ejercicio consistía en explicar su primer día de clase: cómo se sintieron, quién les acompañó al colegio, si había algún alumno nuevo en clase... El enunciado, además, daba esta serie de ejemplos, para dar ideas sobre lo que escribir. Y así, mis niños, contaron lo típico: que si se habían levantado algo nerviosos, que si les había acompañado al cole mamá o papá (o algunos afortunados, los dos), que si tenían muchas ganas de ver a sus compañeros (y a la maestra :-)... Y entonces, muchos de mis alumnos, sin que el enunciado lo mencionara en ningún momento, hicieron referencia al aula, en lo bonita y bien decorada que estaba. Transmitían en sus escritos que les gustaba y que les hacía sentir bien. Y yo, pues claro, muy orgullosa. Porque mi famosa frase de que nos gusta rodearnos de cosas bonitas, veo que cala. Aunque tampoco hay que pasarse. Hoy he tenido que pedir a varios alumnos que se sentaran porque llevaban ya un rato colocando los libros de texto en columnas perfectas en la estantería. Y es que yo les pido orden (si por ellos fuera, soltaban en libro en la estantería y así como caía, se quedaba), pero tampoco quiero que se me vuelvan obsesivos, jeje. Ocurre como con las mesas y las sillas. No hay nada que me descoloque más que ver mesas y sillas desordenadas y torcidas. Da una sensación de caos que no os hacéis una idea. Y siempre les pido que se fijen en la junta de la baldosa para que tengan una referencia de dónde colocar las mesas. El curso pasado no me hacían mucho caso en ese sentido, la verdad, pero se ve que el descanso y el calor del verano ha sedimentado las ideas, porque este curso ya os digo que les veo mucho más conscientes y cuidadosos en cuanto al orden del aula se refiere :-)

Bueno, que me voy por las ramas para variar. ¿Cuáles son los regalos de Suyay? Pues aquí los tenéis. Un cojín y unos banderines de tela para el rincón de lectura.

No me digáis que no son preciosísimos. Y es que, además, están hechos a mano, especialmente para mi aula. Yo hago mis pinitos en el diseño digital, pero eso de darle a la costura, como que no es lo mío (tampoco me he puesto nunca, la verdad, ¡todo es proponérselo!). Así que cuando veo estas cosas hechas a mano, se me cae la baba. ¡Me encanta!

El cojín lo coloqué el mismo día que lo recibí en nuestro rincón, pero los banderines no era tan fácil. Finalmente, hoy me he decidido a colgarlos del techo, sobre nuestro rincón de lectura, con la inestimable ayuda de mi alumno Pablo C, que me sujetaba la silla. Y es que por más que me suba a una mesa, no llego al techo. Así que he puesto una silla sobre la mesa y le he pedido a Pablo C. que la sujetara con todas sus fuerzas para que no se moviera. "Aguanta fuerte que tu maestra no se puede descalabrar, ¿eh?". Y se reían. Y más de uno comprobaba que Pablo C. cumpliera su cometido: "¡Pero que no se mueva!". Jeje, conseguimos nuestro objetivo sin percances y me las arreglé para colgar los banderines del techo. Eso sí, la estampa debía ser de foto. En el suelo, la mesa blanca; sobre la mesa blanca, la silla verde; al lado de la silla verde, Pablo C. sujetando firmemente; sobre la silla verde, la maestra estirándose todo lo que podía para llegar al techo con uno de los extremos de los banderines (tantos pisos me recuerdan al cuento "A qué sabe la luna"). Luego, levanta una placa del techo (rezando para que no saliera ningún bicho, lo cual hubiera sido mi perdición porque me hubiera lanzado al vacío) y consigue colar el extremo de la cinta. Levanta la placa de al lado y estira de la cinta por detrás de la junta. Y otra vez para dentro por la primera placa, dando la vuelta a la junta. ¡Sujeto por un lado! Desmonta el chiringuito y repite operación en el otro extremo de los banderines. Eso sí, mirad qué bonito nos ha quedado el rincón. ¡Cada vez más precioso!



¿Os gusta? Sólo puedo dar las gracias a Suyay y a su mamá por tan maravillosos regalos, y decirles que a todos (maestra y alumnos) nos han encantado. Entre todos estamos consiguiendo que nuestra aula sea preciosa y muy acogedora.


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